martes, 18 de mayo de 2010

Un paso para la ansiada reconciliación de los argentinos

Un paso para la ansiada reconciliación de los argentinos


Buenos Aires, 17 May. 10 (AICA).- Con mucha dificultad, esquivando a miles de personas de todas las edades que saturaban el enorme ámbito de la Sociedad Rural Argentina donde se instaló este año la 36ª Feria Internacional del Libro, el cronista de AICA logró llegar al Salón Roberto Arlt, colmado por un centenar y medio de personas que se habían dado cita para asistir a lo que podría calificarse como de un paso en la ansiada reconciliación de los argentinos.

Enfrentaba al público un panel integrado por tres personas:

-Un obispo, monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia (Chaco). Actualmente reside en el Seminario de Villa Devoto. Sus homilías semanales son de una claridad y franqueza notables.

-Un ex guerrillero, Luis Labraña, que una vez dijo que “necesitamos una Argentina libre del pasado, sin mezquindades, sin recuento de los muertos, con un monumento único para los que cayeron y con un indulto amplio que nos permita la paz interna”. Hoy es un pacífico docente de lingüística.

-Arturo Cirilo Larrabure, hijo del coronel Argentino del Valle Larrabure, secuestrado, sádicamente torturado y finalmente asesinado por la guerrilla. Se dedica a escribir y hablar a favor de la reconciliación entre los argentinos, en cumplimiento del mensaje recibido de su padre a través de una ocasional comunicación desde el lugar de su extenso y cruel cautiverio.

“Reconciliándonos con nuestra historia”, era el tema del que iban a hablar ese sábado 8 de mayo, festividad de Nuestra Señora de Luján, patrona de la Argentina, a la misma hora, las 17, en la que una multitud de peregrinos se reunían frente al Santuario Nacional de Luján, y al mismo tiempo que lo hacían millones de argentinos en todo el país, que en el marco del Bicentenario del primer Gobierno Patrio, encendían una vela y oraban pidiendo una nueva luz de esperanza por una Patria en paz.


Perdonar setenta veces siete

La exposición de monseñor Giaquinta se titulaba “Perdonar setenta veces siete”, aludiendo a la respuesta que Jesús le dio a San Pedro cuando éste le preguntó cuántas veces debía perdonar, y también refiriéndose a una de las entidades organizadoras del encuentro, el “Proyecto Setenta veces siete”, animado por José Sacheri, a quien los guerrilleros del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) le asesinaron a su padre delante de toda su familia, frente a la catedral de San Isidro, cuando salía de misa.

Las otras entidades organizadoras fueron la Editorial San Pablo, perteneciente a la Pía Sociedad de San Pablo, y la Sociedad Bíblica Católica Internacional (SOBICAIN).


Reconocer el pasado y mirar al futuro

Nos proponemos -decían los organizadores- hacer un reconocimiento sincero de nuestro propio pasado, sin eludir las heridas, y una reflexión que mire limpiamente hacia el futuro. Creemos en la importancia de la convivencia basada en la dignidad de la persona, en la tolerancia y en el respeto a las ideas de los demás, valores que para ser alcanzados necesitan de una actitud clave: el perdón –pedido, ofrecido, dado o recibido– como camino hacia la reconciliación y la paz.


El misterio del odio

“Sólo desde un corazón curado de odios, los argentinos podremos reconstruirnos como pueblo”, sentenció monseñor Giaquinta al final de su primera parte, dedicada al “misterio del odio”, que comenzó así:

“El odio es la perversión del amor. Deforma todo lo que toca, en especial la justicia vindicativa que merece un crimen. Viene desde los orígenes. Lamec, nieto de Caín, se jactaba: “Mujeres de Lamec, oigan mi palabra: Yo maté a un hombre por una herida, y a un muchacho por una contusión. Porque Caín será vengado siete veces, pero Lamec lo será setenta y siete”. Con esta lógica demencial se han desarrollado las venganzas entre personas y clanes familiares, y las guerras entre naciones, desde las más primitivas hasta la más reciente y ostentosa guerra de Irak”.

Lamentablemente la tiranía del tiempo le obligó al arzobispo reducir su alocución y cortar extensos pasajes del trabajo preparado, acotado con numerosas citas de las Sagradas Escrituras. No obstante, aquí puede ver el texto completo de la exposición de Mons. Carmelo Guiaquinta.

“La reacción mundial -dijo en otro momento- frente al genocidio de pueblos enteros -armenios, ucranios, judíos, gitanos- como sucedió antes y durante la segunda guerra mundial, llevó a declarar crímenes de lesa humanidad imprescriptibles”.

En el espacio dedicado al misterio del odio, el prelado afirmó que “el hombre que odia es como la bestia cebada que quiere más sangre. La lógica del odio es no detenerse nunca. No puede ser vencido por el odio de otro. Si éste lograse prevalecer sobre el primero, se convertiría automáticamente en un ser odiable, suscitador del odio de muchos otros. ¿Cómo salir de esta encerrona?. En ella también está atrapada la Argentina”.

Y ante el interrogante “¿Desde dónde viene la espiral del odio que nos tenemos los argentinos?”, no encontró una respuesta satisfactoria porque “si ponemos una fecha, otros pondrán una anterior. Porque 1976 no se explica sin 1973, y éste sin 1970, y éste sin 1966, y éste sin 1955, y éste sin 1943, y éste sin 1930. Y seguiríamos para atrás. ¿Hasta dónde?. El mismo 25 de mayo de 1810, cuyo Bicentenario estamos por celebrar, nos encontró divididos entre morenistas y saavedristas. ¿Encontraremos la superación de nuestros odios sólo revisando la historia?”.

El capítulo del misterio del odio termina con esta escalofriante imagen: “Sobre nuestros odios más actuales, sólo recordaré que, en las décadas del 60 y del 70, éstos crecieron al extremo. Por ese entonces, grupos guerrilleros, de diferente origen, entre los que se destacaron los montoneros de origen peronista y católico, instauraron un estado de terror, poniendo en jaque a las comisarías policiales y a los cuarteles militares, y amedrentando a la población, que tuvo un momento de dominio cuando el gobierno democrático de Cámpora-Solano Lima abrió las cárceles el 25 de mayo de 1973. A ello respondió brutalmente el Terror de Estado promovido por la Triple “A”, bajo el gobierno de Lastiri y de Perón-Perón, y potenciado luego hasta el paroxismo por el gobierno dictatorial que asumió el 24 de marzo de 1976, formado por los comandantes de las tres armas designados por el gobierno justicialista. Ese día en la Argentina se abrieron las puertas del infierno”.

Luego monseñor Giaquinta habla del “misterio del perdón”, y se refiere al episodio evangélico en el que Jesús enseña a perdonar al prójimo como condición previa para orar a Dios, y a otros pasajes donde Jesús perdona los pecados de los que tienen fe en él, y no sólo a quienes piden el perdón sino que se anticipa a perdonarnos asumiendo, siendo inocente, el papel de reo que nos correspondía a nosotros.

“Jesús nos enseña a perdonar setenta veces siete”, y “Jesús confía a la Iglesia el ministerio del perdón”, son otros tantos capítulos de su rica exposición.

Por último, tras varios conceptos sobre cómo promover la reconciliación de los argentinos, tarea que calificó de “ardua, porque nuestros odios son grandes, irracionales como todo odio”, se refirió al “Proyecto Setenta veces siete”, del que dijo: “Me conmueve ver a ciudadanos, cristianos y tal vez no, comprometidos en tan nobilísimo y necesario propósito. Me animo a decir que aquí se está sembrando la semilla de una Argentina por fin reconciliada”, e instó a cultivarla con cuidado y tesón.



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